Highline, equilibristas en la cima

Haciendo equilibrio sobre una correa de unos pocos centímetros de ancho, los especialistas en highline caminan por encima del vacío. Algunos cruces tienen más de un kilómetro de longitud y 300 metros de altura.

Probablemente ya haya visto estas cintas de slackline tendidas entre dos árboles en un parque o jardín. También puede ser un practicante de esta disciplina, que muchos deportistas utilizan para mejorar su coordinación, reflejos y equilibrio. El highlining es un derivado del slacklining, que apareció en los años 80 y que últimamente se ha popularizado con discos cada vez más locos (ver más abajo). Aquí, las alturas se pueden contar en cientos de metros para los mejores y los practicantes son obviamente más raros. Estos últimos están asegurados por un cable que une su arnés a la cuerda de flotación.

Francia es uno de los países pioneros en este campo, con varios highliners de referencia, como Nathan Paulin (en la foto de arriba), Pablo Signoret, Guillaume Barrande, Antony Newton y Lucas Milliard. El highline puede practicarse tanto en entornos naturales como urbanos. Y es en la naturaleza donde la disciplina ofrece sus imágenes más bellas. Me viene a la mente el récord mundial de distancia en highline establecido en junio de 2017 por el equipo francés de slackline "Sangle Dessus-Dessous" (ver vídeo más abajo).

Este enorme proyecto se llevó a cabo en el Circo de Navacelles, un valle del Macizo Central situado en el corazón de un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Allí se tendió una cinta de 1.662 metros de altura a 340 metros sobre el vacío. De los cuatro highliners que probaron suerte (el récord sólo se valida una vez que el participante ha completado la escalada sin caerse), tres consiguieron llegar al final. Toda una proeza, ya que un highline tan largo es evidentemente aún más sensible a las perturbaciones del viento. Muy flexibles, estas cintas distan mucho de ser estables y se necesita paciencia y perseverancia para alcanzar el punto de llegada que tenemos delante.

Si el highlining puede combinarse con la batida de récords, es sobre todo una oportunidad para que los practicantes descubran algunos de los lugares más bellos del mundo de una manera diferente. Hace tres años, una expedición dirigida por Nathan Paulin y Antony Newton les llevó a las Islas Marquesas. Estas islas son uno de los cinco archipiélagos de la Polinesia Francesa y son especialmente inaccesibles.

Fue allí donde los dos hombres (ayudados por el navegante Erwan Le Lann) instalaron los primeros tirantes de línea de altura que se habían instalado en el archipiélago. Al final de un viaje que no fue nada fácil, consiguieron realizar algunas travesías únicas. "Es una sensación de libertad que se ve reforzada por los propios lugares", explicó Nathan Paulin. "Cuando caminas por el aire en un lugar hermoso, te sientes libre. Casi puedes pensar que eres un pájaro porque estás jugando con los movimientos, con la correa, con la amplitud. A veces ya no siento la fuerza de la gravedad.