En la película "Kanymda Kumiss", el ciclista de montaña Fred Horny recorre 1.700 km por las carreteras de Kirguistán. Una aventura tan deportiva como humana.
Fred Horny se ha embarcado en un intenso viaje por Kirguistán. Es un país en el que normalmente no se pensaría en dejar las ruedas de una bicicleta de montaña, pero eso es exactamente lo que atrajo al aventurero francés. De Bishkek a los pies del Pico Lenin, la película "Kanymda Kumiss" (presentada íntegramente a continuación) nos lleva con él a este país montañoso de Asia Central, donde aún queda mucho por descubrir en lo que a bicicleta de montaña se refiere.
La idea básica era partir de Bishkek y alcanzar el punto más meridional del país para una travesía de 1.700 km, entre grandes lagos de gran altitud y encuentros con la población local, incluidos los nómadas, marcados por las revoluciones. Descendiendo ríos rápidos en su packraft, compartiendo momentos con los nómadas en el 30º aniversario de la independencia del país, Fred Horny alcanzó finalmente su objetivo para realizar unos recorridos excepcionales a 4.500 m de altitud.
"Ya había estado en Kirguistán para un reportaje fotográfico hace unos años", explica el jinete de Lapierre. "En aquel momento, me gustaron mucho los territorios vírgenes y las increíbles huellas hechas por los caballos y la trashumancia del ganado: gracias a ellos, todas las estepas y montañas tienen muchos senderos muy limpios por los que cabalgar. Me dieron ganas de volver. Para esta película, que cruza el país desde el norte hasta el Pico Lenin, en la frontera con Tayikistán, no había duda de que la ruta ofrecería paisajes y senderos excepcionales. Para mí, es uno de los lugares más bellos del mundo para practicar ciclismo de montaña... ¡Todavía no he encontrado nada mejor!
"Este tipo de proyectos requiere una verdadera gestión previa y una organización minuciosa, sobre todo en cuanto a equipos y logística. No es lo mismo ir a rodar un día que prever la producción de un formato largo al otro lado del mundo, en regiones a menudo remotas. Así pues, la aventura requirió mucha planificación, sobre todo en lo que respecta a los puntos de entrega: los escenarios, las transiciones, etc. En el rodaje, contamos con el apoyo de Stéphane, un saboyano al que conocí por casualidad en mi anterior viaje a Kirguistán y que, para que conste, vive a menos de 5 kilómetros de mí en Francia... Fue nuestro intermediario allí, sobre todo a la hora de alquilar un camión para la asistencia técnica.